lunes, 11 de marzo de 2024

Reflexión entorno al Poema


Saint John Perse nos enseñó que la poesía tiene el don de profundizar en el misterio de la existencia. Sin embargo, esa profundización es sólo posible mediante la convicción de que el poema es un plural hecho de lenguaje, que en su madeja lingüística vibran al unísono el pensamiento, el sentimiento y la imaginación de un artista, y por mediación suya, de una sociedad, una época y una cultura. Una lengua es, y el poema tiene en ella su fundamentación y finalidad ulterior, el testimonio señero de una determinada cultura. En la lengua cristalizan, para el presente y la posteridad, los mayores anhelos, estertores, vibraciones íntimas y colectivas, vítores y lamentaciones éticos, épicos y estéticos, los difíciles argumentos de la razón, el derecho y la ciencia, en fin, todas las aspiraciones y fracasos de la vida en sociedad. Hay en la lengua y en el poema una irrefutable, y tal vez inimitable condición de pieza fósil y al mismo tiempo espejo prospectivo del alma humana y de la cultura que ella construye.

El poema aparece, en su siempre perfectible constitución simbólica, como el camino que habría de conducir a lo desconocido, a lo inimaginable, al temible hacia dónde por el que la vida discurre como en un fresco, dantesco a veces, sin principio ni final. Su lectura nos hace testigos, sin que sepamos por qué ni para qué, de la ebriedad de la escritura y de su refutable, tal vez, pero cada vez menos eludible acepción de que la poesía no hace que cambie el mundo, pero, todo cambio en este se prodiga más profundo y humano a través de la textura y movilidad del poema.


José Mármol







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