sábado, 6 de abril de 2024

 Garras del vapor
(Poemario inédito de Leoni Disla)


En 2008, la Fundación para la Acción Comunitaria (FUNDACOM), que dirige el diputado Juan Comprés, celebró la segunda versión de su concurso literario en los géneros de cuento y poesía, con motivo de la celebración del natalicio del municipio de San Francisco de Macorís. En esa ocasión se trataba del 231 aniversario de dicho acontecimiento.

En el renglón poesía el jurado tuvo a bien reconocer el libro Garras del vapor, del joven poeta Leoni Disla, nacido en San Francisco de Macorís y residente en la ciudad de Moca. Al equipo calificador complació la madurez poética del autor, quien para la época contaba 19 años de edad. El texto presenta sobriedad y depuración estilística, excelente manejo del lenguaje, novedad temática; en fin, elevada conciencia del arte de poetizar.

José Martín Paulino




GARRAS DEL VAPOR





Se va la mirada con su gesto: la flor con sus pétalos y el crepúsculo en el tren de un anochecer. Todo lo bueno se evapora y a la vez se queda como las huellas en las piedras; se esfuma dejando su todo clavado en el corazón, allá muy adentro. Son como garras después del vapor que se quedan arañando el ser hasta los tuétanos de sus entrañas; pasajeros que nunca llegan a sus destinos; brisa que pasa quebrándose y deja su sustancia durmiendo en algún recodo. Vapores infinitos, pues se van y se quedan: rayando el espacio y sumergiendo sus garras en los indefectibles recuerdos. Es como una muerte que tiene una eterna vida: espuma que al desvanecerse hechiza los segundos elevándolos al infinito; grieta que ensancha la paz del alma pero que no admite anestesia ni puntos. Lluvias que mientras caen inundan los suelos siempre ocupando el mismo lugar en el mismo espacio con el mismo cuerpo. Vapor que al desintegrarse deja su alma en forma de cruz con sus brazos extendidos intensamente apretando.




LAS HOJAS CAEN






Las hojas caen, por más fuerte y vigoroso que el árbol sea. Las hojas caen, a veces ligeras y tiernamente; a veces bruscamente y de repente; pero caen y a su vez destierran un universo de espejismo, o besan algún color del arco iris de la vida. Caen, amigos, las hojas caen: como ebrias enredándose por los cabellos del dulce aire, mientras caen con un hondo mutismo, al igual que el fiel guerrero que cae tendido y sin remedio en el campo de batalla, tras la muerte de su propia espada impulsada por sus propias manos. Así caen las hojas, con un grito y un lloro de un silencio desconocido; caen sin retorno, con un adiós insondable, reconocen su derrota, y dándole la mano a la muerte, se van para siempre: así como todo hombre, así como toda ilusión.



SUEÑO ROTO






Sahumada la utopía que trajo el destino. Sueños congelados desintegrándose gota a gota en un río de aguas negras. La catarsis se ha tornado un adefesio en esta vana búsqueda de lenitivos, en donde el corazón resuelto de ademanes tilda sus pinceladas (como si fuesen las últimas) en el cuadro de la vida. El rosario yace roto y ausente su rezo y la canción alcoholizada de alegría cambió su acento; ahora es endecha triste como el paso lento del reloj. Recomendaciones de falsos amuletos ¡aquí! donde no funciona la magia ¡aquí! donde el encanto está roto como el sueño que nació despierto. Grieta blindada con ardua disciplina. Epidemia y lluvias de palabras que caen desechas en las cenizas del tiempo. El plenilunio consuela la lágrima, consuela el moribundo latir, consuela todo y no consuela nada aunque si abre con su haz de luz plateado lo más recoveco de este sufrimiento. En esta pernocta del sueño roto, en donde todo cae y nada vale; en donde todo pierde el sentido: que de la tierra a la luna pondrán los rieles del tren, que el cielo cambiará su camuflaje azul por el violeta y que las sirenas y las hadas dejarán de ser mito. Todo podrá tornarse distinto, pero ya nada importa en este sueño roto: todo pierde el sentido.



DIBUJO






Dibujo en el tiempo y es el tiempo quien me dibuja. Dibujo una sonrisa, una lágrima feliz, el adiós sin regreso, la lágrima que suda, una colmena de abejas que sale de mi alma o del grito de mis venas. Dibujo el dolor que bosteza. Dibujo y dibujo, sin prisa y sin descanso, porque hasta mi descanso dibujo en el papel que marcha segundo a segundo por su largo camino, en su viaje sin regreso. Y es mi vida de carbón y madera, leve como pluma, que va quedándose plasmada en los dibujos de la vida.



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